Track 12: Más allá, en el escrutinio
Ah, estos lunes de retorno al castigo. Con la barra abismal extrañamos el solaz y la diversión de otros tiempos, cuando éramos purretes sin cuerno y cola. Ni siquiera los Diablos Rojos nos alivian el peso de estos tiempos. No hay caso. La rutina infernal nos agobia. Y el tal Marán no levanta. Ahora se mete en otra actividad demoníaca como lo es una jornada de votación. ¿Acaso no sabe que, fuera de nuestros jefes jegarcas, ahí nadie gana jamás? Igual no tenemos opciones. He aquí su relato de hoy.
Más allá, en el
escrutinio
Entré
al cuarto oscuro a eso de las 16. Me demoré en la ira de comprobar tanto nombre
nefasto, desgajado en pupitres infames. Con un marcador me entretuve alterando
algunas letras y anotando frases chuscas y zafadas, como para justificar mi
elección. En eso, se me presentó el bisabuelo. O lo que era lo mismo, su
espectro aindiado. Como en esos tiempos de pibe, me tiró una orden en cerrado
guaraní. Lo miré perplejo. Mi inacción lo irritó. Entre gritos cebados y de
ultratumba, me apuntó a un toco de boletas: justo a la más infame.
—Ni en
curda —le retruqué.
El
abuelo se hizo más oscuro y con un rebenque inventado me tiró un golpe. Volvió
a insultar de un modo tan cruel como ininteligible, mientras apuntaba con un
dedo huesudo y de sucia uña. Por tantear su coraje, amagué a agarrarme de otro
candidato. El abuelo se transformó y hecho más furia, empezó a tirar más
rebencazos. En un instante armó el desparramo. El fandango era tal, que alguien
golpeó a mi puerta, acaso la presidenta de mesa. Aproveché para agarrar mi
boleta y gritar al oscuro:
— ¡Abuelo!
¡Dejate de joder con esos impresentables! ¡Los mismos soretes de siempre!
Ahí
nomás la rabia del viejo lo incendió todo, hasta el carbón. A toses y lágrimas
me salí. Fuera, todos me miraban como a un aparecido. Yo busqué algún agujero
en donde meter mi voto y rajarme de ahí. Pero un cana y un viejo de mierda (tan
viejo y tan mierda como mi antepasado) me taparon toda entrada y toda salida.
—Dame
tu sobre —me dijeron.
Y en
sus bocas de urna les vi el futuro de mi provincia: un agujero negro y
pestilente, que me engullía la esperanza.
Comentarios
Publicar un comentario